Viernes , 12-02-10
YORGOS Papandreu, de los Papandreu socialistas de toda la vida, le ha prometido a la Unión Europea un drástico plan de austeridad para Grecia. Angela Merkel y Nicolas Sarkozy -la Europa que prospera- se han apresurado a encabezar una operación, más benéfica que beatífica, que ayude a la salvación de un Estado que, por ser parte del euro, a todos conviene su estabilidad. Es muy posible que si Papandreu padre, Andreas, no hubiera derivado hacia el socialismo durante su largo exilio en los EE.UU., y hubiera vuelto a Atenas para fundar una versión liberal de su PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico) la historia griega de estos últimos treinta años hubiera sido muy distinta e, incluso, hubiera podido superar con holgura la mala herencia que, germinada por el fascismo de Metaxas, se asentó en el país tras su colaboracionismo nazi tras la II Gran Guerra; pero la libertad, especialmente en sus expresiones políticas y económicas, resulta incómoda incluso en la tierra en la que el hombre aprendió a pensar y en la que se fundamenta la raíz europea.
Naturalmente, los primeros en reaccionar contra las medidas de austeridad proclamadas por Papandreu han sido los funcionarios, esa casta que tiende a esclerotizar al Viejo Continente y que, con más derechos que obligaciones, se ha adueñado de la propiedad de su puesto de trabajo, al que incluso considera hereditario, y pretende vivir sin la incertidumbre que acompaña a los ciudadanos que, con sus impuestos, les retribuyen y mantienen. El sector público helénico no está dispuesto a soportar el veinte por ciento de rebaja salarial que, según los cálculos gubernamentales, resulta imprescindible para que el Estado pueda reducir su déficit y adelgazar su endeudamiento en los niveles que exige la eurozona.
Es una de las grandes paradojas contemporáneas. Los llamados servidores públicos no quieren servir, pretenden ser servidos. Es una nueva revolución a la que habrán de enfrentarse, empujados por la crisis, los gobiernos continentales que han hecho bandera del Estado del bienestar y, con ello, de la dictadura del funcionariado. Aquí, en España, ha dicho Elena Salgado que «no está previsto tocar el sueldo de los funcionarios» y, al tiempo, anuncia la vicepresidenta que tendremos «protagonismo» en la ayuda a Grecia. Habrá que preguntarle a Salgado, como a la chica del cuplé de Olga Ramos: «¿De dónde saca pa tanto como destaca?».
Es una de las grandes paradojas contemporáneas. Los llamados servidores públicos no quieren servir, pretenden ser servidos. Es una nueva revolución a la que habrán de enfrentarse, empujados por la crisis, los gobiernos continentales que han hecho bandera del Estado del bienestar y, con ello, de la dictadura del funcionariado. Aquí, en España, ha dicho Elena Salgado que «no está previsto tocar el sueldo de los funcionarios» y, al tiempo, anuncia la vicepresidenta que tendremos «protagonismo» en la ayuda a Grecia. Habrá que preguntarle a Salgado, como a la chica del cuplé de Olga Ramos: «¿De dónde saca pa tanto como destaca?».
“ LA DICTADURA DEL FUNCIONARIADO”
DE D. M. MARTIN FERRAND
Sr. Martín Ferrand son muchos ya los comentarios despectivos y miserables que se están lanzando contra los funcionarios, esa casta, como usted los llama de la que yo formo parte. Pero es precisamente su artículo de opinión, por venir de quien viene, todo un profesional del periodismo, al que yo, sinceramente creía, objetivo y sensato, el que me ha encendido sobremanera y no quiero pasar por alto mi oportunidad de respuesta porque no ha podido ser más subjetivo, más insensato y sobre todo, más erróneo en sus planteamientos contra nuestra “casta”.
En primer lugar, ni yo ni ninguno de los muchos compañeros a los que trato nos sentimos ni tenemos porqué sentirnos servidores de nadie, y mucho menos queremos ser servidos. Le aclaro que en mi declaración a Hacienda no consta que sea servidora de nadie, sino una empleada por cuenta ajena; en este caso, mi empresa es la Junta de Andalucía, a la que accedí por cierto tras unas duras oposiciones y que tras, 25 años de servicio como Administrativa (es decir 8 trienios), teniendo un complemento de exclusividad que me obliga a trabajar, como minimo, 110 horas más al año que al personal que no lo tiene y gestionando un Negociado, cobro 1.500 €, de los cuales usted se cree muy dueño de rebajar un 20%.
Comenta que por la crisis es el funcionariado el que tiene que ver disminuidos sus ingresos, ¿por qué?, ¿es que en épocas de “vacas gordas” el Gobierno hace conmigo reparto de beneficios? ¿Está usted quizás dispuesto a darme algo de sus ingresos cuando éstos sobrepasen lo que habitualmente cobra? ¿Está dispuesto acaso a hacerlo algún profesional “libre” de este país?
Le pongo un ejemplo muy concreto. Un vecino de mi bloque, trabajador de la construcción, tan discreto en ingresos como yo hasta el “boom” urbanístico, ha podido invertir y comprar 2 pisos más en Sevilla capital. Es cierto, ahora está en paro y yo y toda mi casta hemos contribuido a que pueda cobrar el subsidio de desempleo, porcentaje que pagamos todos los meses aunque a nosotros no nos haga falta, pues jamás lo cobraremos. Además, usted pretende rebajar mi sueldo un 20% para “repartir”con él y muchos como él que ahora no les va bien. ¿Hablaría usted para que me cediera uno de sus pisos y así dejar la hipoteca del único pisito que poseo y que me está quitando el sueño? Los dos creemos que él no estaría dispuesto, ¿verdad?.Pues yo tampoco a darle un 20% de mi sueldo.
Habla también de que pretendemos vivir sin la incertidumbre que acompaña a otros ciudadanos. Pues sí, Sr. Martín, de eso se trata, aspirar a ser funcionarios es aspirar a poco materialmente en la vida, nunca seremos ricos, pero aspiramos a la estabilidad en el empleo, recurso al que puede aspirar cualquier persona, usted también, aprobando unas oposiciones. Por tanto, si yo he aspirado a “ganar poco y vivir tranquila” es un derecho adquirido y no, no me he adueñado de nada ni considero mi puesto hereditario. Mis hijos se lo tendrán que currar y posiblemente más que los suyos, por venir de una familia más humilde o sencilla como quiera llamarlo. Y es en este punto donde más me enciendo, ¿con qué derecho se cree a proclamar a los cuatro vientos que mis dos hijos (estoy separada) tengan que vivir con un 20% menos de lo que viven?
Ah y yo declaro hasta el último céntimo que gano (y todos sabemos que eso no es así en todas las profesiones, que hay mucha “economía sumergida”), por lo tanto no intente “calentarle” el ánimo a nadie con el hecho de que son los ciudadanos con sus impuestos los que me retribuyen , nosotros también contribuimos y mucho a las arcas del Estado.
Y una cosa más, considero el trabajo de esta casta mucho más importante para el país que el de su profesión, por ejemplo. Si no escribe un dia un artículo no pasa absolutamente nada, pero si mis compañeros de la Sanidad , la Enseñanza , los Cuerpos de Seguridad… no acudieran a su trabajo…
En fin Sr. Martín piense más lo que escribe antes de hacerlo.
fuente
0 comentarios:
Muchas gracias por tus comentarios.
Muchi's Corner